los “problemas de ira” a menudo no son lo que parecen. La ira puede ser una respuesta válida y adaptativa a situaciones frustrantes, pero se vuelve autodestructiva si no se procesa o si se manifiesta antes de ser procesada. Si piensas constantemente “¿por qué estoy tan enfadado?”, puede que haya llegado el momento de reflexionar sobre esos sentimientos y llegar a la raíz del problema.
En esta guía te explicamos de dónde viene la ira, cómo entender tu propia ira y qué hacer para sentirte mejor.
Comprender el origen de la ira puede ser de gran ayuda, ya que las emociones negativas indican que se necesita un cambio. Al analizar las fuentes de tu propia ira, inicias el camino para gestionarla mejor en la vida diaria.
Las emociones negativas indican que es necesario un cambio. De la manera que podamos, tenemos que cambiar nuestra experiencia de vida para disminuir la tristeza, la frustración, la soledad o la ira que sentimos.
La mayoría de estas emociones negativas, como la depresión, desencadenan una respuesta de evitación, es decir, una mayor motivación para escapar de obstáculos o situaciones. Por el contrario, la ira desencadena una respuesta de aproximación, es decir, una mayor motivación para superar obstáculos o cambiar situaciones.
Debido a la capacidad motivacional de la ira, ésta es a menudo una emoción útil que tiene como resultado
Como tal, la ira sirve para catalizar el cambio individual y social. Sin ira, seríamos personas más pasivas, sin una fuerza motriz clave hacia el crecimiento y la mejora(como estamos viendo últimamente en 2020).
Cuando no somos capaces de utilizar nuestra ira para realizar cambios en nuestra vida o en el mundo, ésta se interioriza y comienza a destrozarnos desde dentro hacia fuera. La ira, que comienza como una fuerza motriz para el cambio externo, se convierte en una emoción interna persistente que sólo frustra, agota y hace daño.
Estos son algunos de los signos de problemas de ira más graves que pueden aparecer cuando la ira no se procesa:
En estos casos, tu ira se escapa a través de salidas improductivas que no harán nada para cambiar la causa raíz de tu frustración. La combinación de consecuencias autodestructivas y falta de cambios positivos de la ira no utilizada puede aumentar aún más los sentimientos de ira, creando un bucle destructivo.
Para romper el ciclo y volver a la raíz de los sentimientos, hay que reflexionar sobre la ira y procesarla.
Una forma de tratar los problemas de ira implica tres pasos: esperar, reflexionar y planificar. Este plan te permite desprenderte de tu ira, analizarla detenidamente y crear una salida más adaptativa para su expresión.
Esperar puede ser la parte más difícil de procesar la ira. La ira es una emoción secundaria, lo que significa que cuando sentimientos como el dolor, el miedo, el rechazo, la frustración y la tristeza se intensifican, dan lugar a la ira. Por eso, para procesar la ira, primero debemos darnos el espacio y la paciencia necesarios para dejar que esos sentimientos más profundos resurjan. Respira hondo, cuenta hasta diez, escucha música, pinta, da un paseo, dúchate, etc.: lo que necesites hacer para darte el espacio mental necesario para dejar que la ira vaya bajando.
Una vez que estés un poco más cerca de los sentimientos más profundos que subyacen a tu ira, trabaja con ellos. Prueba a llevar un diario, hablar con un ser querido o charlar en un grupo de apoyo. Verbalizar o escribir nuestros sentimientos nos ayuda a racionalizar todos nuestros pensamientos desordenados, dando sentido a nuestros sentimientos y traduciéndolos a algo que podamos entender más fácilmente.
Por último, una vez que tengas una idea más clara de lo que sientes y por qué, elabora un plan. Volvemos a la función adaptativa de la ira. Tu ira intenta motivarte para que hagas algo, pero a veces no sabes qué hacer. Comprender la raíz de nuestros sentimientos puede darnos un mejor punto de partida para seguir adelante.
Si tienes la sensación de tener mal genio, de estar siempre enfadado o de tener problemas de ira, es posible que tengas sentimientos más profundos y aterradores a los que todavía no puedes acceder ni procesar. Prueba a utilizar este plan de tres pasos para llegar a la raíz de tu ira y reprogramarla para que tenga una salida más adaptativa. Recuerda que debes tener paciencia y tiempo: procesar la ira no es fácil ni sencillo.
Por último, no agraves tu enfado frustrándote por sentirte así. La ira es normal y comprensible. Todos la sentimos, y si estás dando un paso más para gestionarla mejor, entonces vas por buen camino.
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Una cosa más: este artículo trata de los sentimientos normales de ira en la vida cotidiana. La ira ante la injusticia sistémica es otra historia. No deberías ser tú quien gestionara esos sentimientos. La presión recae sobre todo el sistema para que cambie. Dejaremos de enfadarnos por el abuso intergeneracional de los negros estadounidenses cuando se produzca un cambio positivo fundamental hacia la igualdad y el trato justo.
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