Cuando te preguntan cómo estás y respondes que bien, ¿realmente consigues algo? Necesitamos una alternativa a “¿Cómo estás?”
Escuchamos esta pregunta varias veces al día de amigos, compañeros de trabajo y seres queridos. ¿Qué sueles responder?
¿Compartes lo que te pasa en la vida y lo que te preocupa? ¿O, como la mayoría de nosotros, dice “bastante bien” y se queda ahí?
Cuando te preguntan cómo estás, se espera que digas “bien” Pero ocultar lo que realmente sientes puede hacer que te sientas vacío y sin importancia.
En muchas culturas, cualquier estado mental que no sea la felicidad está estigmatizado. Cuando alguien pregunta “¿Cómo estás?” puede parecer que no quieren una respuesta real; sólo un chirrido positivo.
En nuestras respuestas, tendemos a ocultar preocupaciones comunes como la soledad, el drama familiar o la sensación de agobio, por no hablar de problemas más graves como la ansiedad o la depresión.
Ocultamos nuestras luchas emocionales a los empresarios por miedo a la discriminación. Mantenemos nuestros demonios cerca del pecho para no molestar a nuestros amigos. A menudo no buscamos ayuda porque se nos da a entender que no la necesitamos.
Pero ésta es la pura verdad: tenemos sentimientos. Algunos son felices. Algunos son incómodos. Algunos son directamente dolorosos. Ocultar cómo nos sentimos realmente es negarnos a nosotros mismos una parte básica de la experiencia humana: Sentir todo el espectro de emociones.
Para romper el patrón involuntariamente poco sincero de preguntar “¿Cómo estás?” sugerimos dos pasos:
Las investigaciones sobre salud mental sugieren sistemáticamente que la mejor manera de combatir el estigma es entablar contacto directo con las personas que han experimentado dificultades.
Aunque los problemas de bienestar emocional de las personas varían, sigue siendo poco frecuente escuchar a gente que habla honestamente de sus problemas. Por lo tanto, ser sincero no sólo puede ayudarte a ti.
Ocultar cómo nos sentimos realmente es negarnos a nosotros mismos una parte básica de la experiencia humana.
Al dar una respuesta auténtica y reflexiva a la breve pregunta del día de alguien, abres ese abismo entre las personas que oculta las emociones negativas.
Muestras a los que te rodean, con el ejemplo, que no pasa nada por tener altibajos. Si tú no tienes miedo de hablar de las cosas difíciles, ellos tampoco tienen por qué preocuparse.
Por supuesto, compartir es una calle de doble sentido, así que querrás preguntar a cambio. Pero no dejes que tu pregunta se desvíe fácilmente con un “¡bien!” o un “bien, ¿y tú?”
Para ser realista, tendrás que profundizar un poco más, haciendo preguntas más reflexivas y abiertas.
Lasinvestigaciones neurológicas han demostrado que hablar de uno mismo activa los centros de recompensa del cerebro. Cuando animas a los demás a hablar de sus vidas, les das un impulso biológico de felicidad.
Con este objetivo en mente, ¿cómo conseguir que alguien se abra de verdad?
Por desgracia, preguntar “¿Cómo estás?” no te lleva muy lejos. Lo más probable es que la persona con la que estás hablando responda “bien”, “bien” o cualquier otra palabra neutra-positiva que se le ocurra. En lugar de eso, prueba a preguntar: “¿Cómo te encuentras?“
Una serie de preguntas que susciten una respuesta más reflexiva funcionarán:
Puede resultar un poco extraño hacer una pregunta no habitual al saludar a un compañero de trabajo o a un amigo. Pero la recompensa merecerá la pena.
Las preguntas sobre los sentimientos pueden normalizar las experiencias emocionales negativas al permitir que salgan a la luz. También resultan más genuinas e interesantes.
Por último, las preguntas reales nos recuerdan que está bien hablar de las emociones, buenas y malas, porque forman parte del ser humano.
Has preguntado a alguien por sus emociones y la puerta se ha abierto. ¿Cómo mantenerla así?
Escucha activamente la respuesta que dan a tu pregunta. La escucha activa consiste en mostrar a la otra persona que realmente te importa lo que está diciendo. Para ser un oyente activo, necesitarás:
La conclusión es que hay que intentar abrirse más y animar a los demás a que se abran más. Con preguntas como “¿Cómo te sientes?” se llega más allá de la superficie. Abrir la puerta a los sentimientos reales no sólo hace que la gente se sienta bien, sino que también puede ser una herramienta poderosa para desestigmatizar las luchas.
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